Rycerz Niepokalanej, V-1932, ps. 133-134
Mirando a nuestro alrededor y observando tanto mal por todas partes, quisiéramos sinceramente, sobre todo como miembros de la Milicia de la Inmaculada", reparar este mal, conducir a los hombres al Smo. Corazón de Jesús a través de la Inmaculada y así hacer felices desde esta vida a nuestros hermanos que viven en este mundo.
¡Guerra al mal, pues, una guerra implacable, incesante, victoriosa! ¿Pero en qué consiste esta guerra? ¿Dónde se encuentra su núcleo más importante, más válido? ¿Dónde hay que actuar primero?
A veces nos parece que Dios gobierna el mundo "con demasiado poca energía". Y sin embargo con un solo gesto de su voluntad omnipotente podría aplastar y triturar hasta reducir a polvo a todos los Calles[1], a todos los ateos de la Rusia soviética, a todos los españoles incendiarios de iglesias, a todos los inmorales envenenadores de la juventud y a todos sus semejantes. Así piensa nuestra mente limitada, pequeña, mientras que la Sabiduría eterna, por su parte, juzga de modo diferente.
Las persecuciones purifican las almas como el fuego purifica el oro, las manos de los verdugos crean los ejércitos de mártires, y más de una vez, al final de todo, los perseguidores experimentan la gracia de la conversión. Inescrutables, pero siempre maravillosas son los caminos de Dios. De esto no se desprende en absoluto que nosotros tengamos que cruzar los brazos y permitir a los enemigos de las almas que se diviertan libremente. No, de ningún modo. Sin embargo... sin embargo... nosotros no queremos corregir a la Sabiduría infinita, dirigir al Espíritu Santo, sino que nos dejamos conducir por Él.
Supongamos que somos un pincel en manos de un pintor infinitamente perfecto. ¿Qué tiene que hacer el pincel para que el cuadro salga lo más hermoso posible? Debe dejarse dirigir por la mano más perfecta. Un pincel podría pretender que mejorara un pintor terreno, limitado, falible; pero cuando Dios, la Sabiduría eterna, se sirve de nosotros como instrumentos, entonces haremos lo máximo, lo más perfecto, si nos dejamos guiar de manera perfectísima y total.
Con el acto de consagración nos hemos entregado a la Inmaculada en propiedad absoluta. Sin duda, Ella es el instrumento más perfecto en manos de Dios, y nosotros, por nuestra parte, tenemos que ser instrumentos en sus manos inmaculadas.
¿Cuándo, pues, venceremos el mal en el mundo entero de la manera más rápida y perfecta? Será cuando nos dejemos guiar por Ella de la manera más perfecta. Es éste el único problema y el más importante.
He dicho: "único De hecho, cada uno de nosotros debe preocuparse únicamente por armonizar, conformar; fundir, por decirlo así, totalmente su propia voluntad con la voluntad de la Inmaculada, así como su voluntad está totalmente unida a la voluntad de Dios, su Corazón al Corazón de su Hijo Jesús.
Es lo único que hay que hacer. Cualquier cosa que hagamos, aunque sea el acto más heroico, capaz de hacer temblar los cimientos del mal existente en la tierra, tiene algún valor sólo si al hacerlo nuestra voluntad está en armonía con la voluntad de la Inmaculada y, por medio de Ella, con la voluntad de Dios. Una sola cosa, pues, es decir, la fusión de nuestra voluntad con la suya tiene valor, un valor total. Esta es la esencia del amor (no el sentimiento, aunque también éste sea bueno) que debe transformarnos, por medio de la Inmaculada, en Dios, que debe quemarnos y, por nuestro medio, incendiar el mundo у destruir, consumir en él todo mal. Es aquel fuego del que el Salvador decía: "Vine a traer fuego a la tierra ¡y cuánto deseo ya que arda!" (Lc 12,49).
Después de inflamarnos a nosotros mismos de este amor divino (repito que no se trata aquí de lágrimas dulces y de sentimiento, sino de voluntad, aunque sea entre la aversión y la repugnancia), haremos arder el mundo entero.
Sin embargo, somos nosotros quienes debemos inflamarnos, nosotros quienes no podemos enfriarnos, sino arder cada vez más; tenemos que fundirnos, llegar a ser una sola cosa con Dios, por medio de la Inmaculada.
Así pues, tenemos que concentrar toda nuestra atención en eso, únicamente en eso: unirnos estrechamente a nuestra Maestra, nuestro Jefe, y fundirnos con sus manos para que Ella pueda hacer con nos otros lo que quiera.
Y esta es la condición esencial para pertenecer a la M.I. "Consagrarse totalmente a la Inmaculada como instrumentos en sus manos inmaculadas".
Entonces y sólo entonces someteremos el mundo entero a la Inmaculada y, por medio de Ella, fundiremos el mundo entero y todas cada una de las almas con el Smo. Corazón de Jesús, mediante el fuego del amor
MK
Escribo desde tierra japonesa, en el día de la fiesta de las apariciones de la Inmaculada en Lourdes [2]
[1] Plutarco Elías Calles, Presidente de México de 1925 a 1928, efectuó una dura persecución contra la Iglesia Católica.
[2] 11 de febrero 1932.
1 comentario
Gracias por compartir, se me hace maravilloso (yo pensé que el Padre Kolbe no sabia) de la persecución que sufrió, mi pueblo Mexicano bajo el gobierno de Plutarco Elías Calles; que San Maximiliano supiera de estos acontecimientos, me gusta pensar que en el corazón del Padre Kolbe, movido por estas noticias tenia el deseo de que también en américa latina, se fundaran Milicias en todo el continente, y gracias a que la Inmaculada llego primero a estas tierras en la aparición guadalupana de 12-12-1531 se realizo este anhelo del Padre Kolbe en nuestro continente. aun queda muchísimo por hacer, pero de la mano de la Inmaculada vamos paso a paso entrando cada milite en el tiempo de la historia preciso de la humanidad y en la eternidad siendo instrumentos en manos de ella que se van desgastando y nuestra Reina guarda con cariño, pero continua su obra con otros instrumentos nuevos.
paz y bien.