Intención de Oración para el mes de Junio 2024

Intención de Oración para el mes de Junio 2024

Para que acercándonos a la Eucaristía, sepamos apreciar el gozo de la comunión con Dios y con los hermanos.

En este mes, queridos lectores, celebramos la Solemnidad de Corpus Christi, es un gran misterio y es la fe que profesamos. Dentro de la celebración de la Eucaristía, luego del acto consagratorio, el sacerdote dice estas palabras: “Este es el misterio de nuestra fe”, y en ella se manifiesta esto que es asombro y misterio para la comprensión humana.

¿Y qué significa la Eucaristía para nosotros los católicos? El papa Benedicto XVI nos recuerda que ésta es la fe de la Iglesia: “la Eucaristía es «misterio de la fe» por excelencia: «es el compendio y la suma de nuestra fe». La fe de la Iglesia es esencialmente fe eucarística y se alimenta de modo particular en la mesa de la Eucaristía” (SC 6).

Nuestra fe está evocada (memorial) y enfocada en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Si nos referimos a ello como el compendio, estamos reconociendo que en ella se contiene el cúmulo y resumen, lo más esencial de nuestra fe. Además, decimos que ella es alimento, que nos nutre a todos como comunidad de Iglesia. Pero nosotros, los creyentes, ¿somos realmente conscientes la esta verdad que encierra este misterio? Pues haciendo una mirada general y un poco superficial, me atrevería a decir que no somos conscientes de ello; pues, si así fuera, los templos estarían llenos de creyentes conscientes que se reúnen en asamblea a celebrar su fe, una fe viva y fervorosa, una fe que los compromete y los impulsa a dar testimonio. Pero, ¿acaso se agota nuestra manifestación de fe con el solo hecho de participar de la misa? Pues no, no es simplemente participar, el hecho de celebrar implica que abarca e involucra toda nuestra vida, la traspasa transversalmente y la transforma en nueva creatura.

San Maximiliano, en una de sus cartas, nos recuerda que desde el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, es pura manifestación de amor, un amor que lo vive y experimenta en modo personal, pues escribe: “para de mostrarme que me amabas con mucha ternura, bajaste de los delicias más puras del paraíso a esta tierra enlodada y llena de lágrimas, viniste en medio de la pobreza, de las fatigas y de los sufrimientos”, en Jesús, un Dios que se abaja, se anonada por amor a ti y amor a mí, pero eso no termina aquí, sino que es un amor que lo lleva al extremo, y escribe: “y al fin, despreciado y encarnecido, quisiste ser colgado entre tormentos en un torpe patíbulo en medio de dos canallas”, y exclama diciendo: “Oh Dios de amor, me redimiste de este modo terrible y generoso” (EK 1145). El santo se sintió amado por Dios de un modo desbordante, que rebosa su alma y su corazón.

El santo, refiriéndose a la Eucaristía, escribe: “Te quedaste en esta mísera tierra en el santísimo y admirable Sacramento del altar y ahora vienes a mí y te unes estrechamente a mi bajo la forma de alimento” (EK 1145).  Es Dios quien toma la iniciativa, es Él quien sale a nuestro encuentro, es Él quien viene a nosotros y nos hace uno, y así se va dando el acto de comunión, nos vamos configurando con Cristo en esa unidad que nos introduce y nos incorpora en la divinidad de Dios Uno y Trino.

Por eso dice Kolbe: “Tu sangre ya fluye en mi sangre, tu alma, oh Dios encarnado, se compenetra con la mía, le da fuerza y la alimenta, ¡Qué milagro!” (EK 1145).  Es la experiencia del santo de ir configurándose en Cristo vivo, que no es otra cosa que permanecer en Él y unido a Él, así como nos dice Jesús en el Evangelio: “Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes” (Jn 15, 4).

Todo manifiesta el amor infinito de Dios: “En la Eucaristía se revela el designio de amor que guía toda la historia de la salvación” (SC 8), y esto responde a la pregunta: ¿qué sentido tiene la Eucaristía?, es designio de amor por nuestra salvación. “En ella, el Deus Trinitas, que en sí mismo es amor (cf. 1 Jn 4,7-8), se une plenamente a nuestra condición humana” (SC 8). Dios es comunión y quiere que cada uno de nosotros permanezca en esa unión con Él, por eso nos ha dado la gracia.

Sabemos que el nacimiento de la Iglesia está muy ligado al costado abierto de Jesús en la Cruz, así como también la Eucaristía. “Contemplar «al que atravesaron» (Jn 19,37) nos lleva a considerar la unión causal entre el sacrificio de Cristo, la Eucaristía y la Iglesia. En efecto, la Iglesia «vive de la Eucaristía»” (SC 14); por tanto, la Eucaristía es el principio causal de Iglesia, de ella nace la Iglesia y en la Iglesia permanece la Eucaristía, presencia real de Cristo Jesús.

Es tiempo de reflexionar sobre cómo vivimos, participamos y celebramos la Eucaristía en nuestra vida de fe, y si realmente es fuente y culmen de mi fe.

Paz y Bien.

Fray Roberto Peralta, OFM Conv.

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