Ayer, hoy y siempre…
Al recibir el don de María y experimentar la validez de la consagración a Ella, supo interiorizarla, reelaborarla y transmitirla realizando una continua actualización. Él afirmaba: “En los años de mi actividad este ha sido también mi compromiso continuo: acoger las intuiciones del Padre Kolbe sobre la consagración a la Inmaculada y buscar las formas expresivas para el presente, en línea con el camino de la Iglesia y con las exigencias que el pueblo de Dios manifestaba”. (OVS X, p. 245)
“Non hay más que un modo para aprender a orar, y es el de orar con frecuencia”.(Padre Luis Faccenda)
De la lectura de los escritos del padre Luis Faccenda, emerge con fuerza el vínculo que él tenía con el padre Kolbe, quien velozmente se convirtió para él en maestro, guía, compañero de camino. Una pequeña muestra la encontramos en esta bella oración: “Querido Padre Kolbe tú me güiste tras las huellas de María, cuando todavía no conocía todo su valor, me presentaste la consagración a la Virgencomo la más grande ayuda para ser fiel a la voz del Señor…”. (OVS II; 202-207)
En seguida, el Padre Luis Faccenda comenzó un ardiente apostolado que lo llevó a sembrar el don de la consagración a María en el corazón de muchas personas, algunas muy jóvenes, quienes enamorándose del ideal kolbiano quisieron consagrarse a Dios viviendo el total ofrecimiento a la Inmaculada, como secreto de vida y de misión.
Es por eso que, en el año 1954, dejándose iluminar por el Espíritu Santo y animado por sus superiores, aceptó fundar el Instituto de las Misioneras de la Inmaculada – Padre Kolbe, con el deseo ardiente de que fuesen ellas quienes mantuvieran vivo este ideal en el mundo.
En el 1988 nacieron, también, los Voluntarios de la Inmaculada – Padre Kolbe, laicos o clérigos agregados al Instituto, los cuales comparten la espiritualidad y la misión.
El Instituto representó para el padre Luis Faccenda, depositario de un don y de una misión: la de mantener vivo en la Iglesia el “sentido” de María, desarrollar el conocimiento de su insondable “misterio”, propagar su culto, hacerla conocer y amar por todos, pequeños y grandes, enfermos y sanos, ricos y pobres. (cf. OVS II, 187)
Así, la Inmaculada se convierte para nosotras, Misioneras de la Inmaculada – Padre Kolbe, en el corazón de nuestra vida consagrada y misionera. Ella es el modelo al cual miramos para ser hermanas y madres en el camino de la vida. “La pertenencia a María, nos hace partícipes de su capacidad de recibir el amor gratuito de Dios, de contemplarlo actuando en nuestra vida y en la historia de la humanidad, y de comunicarlo como sentido y plenitud de la vida de cada hombre y mujer. Nos impulsa a ser colaboradoras con Cristo en la obra de la salvación, a amar a los hermanos y a permitir que María continúe llevando la presencia de Cristo en el mundo, a través nuestro”. (El carisma: un don, una consigna, un desafío…, 7-8).
Siguiendo el surco de la fecunda herencia de san Maximiliano Kolbe, que el padre Faccenda ha aceptado, interpretado y reelaborado de forma original y creativa, continuamos nuestro camino, conscientes de la belleza del don recibido.
Silvana Mattos
Misionera de la Inmaculada – Padre Kolbe

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