María es Madre de Cristo y también Madre de la Iglesia. El Evangelio de Juan 19, 25-27, nos narra cómo María, estando de pie junto a la cruz de Jesús, con Juan el discípulo amado, Jesús le dice a Juan: «He ahí a tu Madre.…». Juan está representando a todos los creyentes que somos la iglesia; por ende, también María es nuestra madre, porque donde está Cristo, también está su Madre.
Una expresión del Concilio Vaticano II, la constitución Lumen Gentium dice: “Como enseñaba san Ambrosio, la Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, la caridad y de la perfecta unión con Cristo” (n. 63).
. La Encíclica Christi Matri (15.9.1966)
A la Virgen María, Pablo VI dedicó dos de sus siete encíclicas. El 29 de abril de 1965, en el segundo año de pontificado, el Papa escribió la Encíclica Mense Maio, con la cual invitaba a rezar a la Virgen María en el mes de mayo. En ella hacía un llamamiento a reforzar la oración dirigida a María Santísima ante el momento histórico que atravesaba la Iglesia, embarcada en la última etapa conciliar, y ante la situación internacional sometida a graves amenazas para la paz. Al referir la primera motivación, el Papa utiliza el título de Madre de Dios:
Para obtener las luces y las bendiciones divinas sobre este cúmulo de trabajo que nos aguarda [para concluir el Concilio Vaticano II], Nos colocamos nuestra esperanza en Aquella a quien hemos tenido la alegría de proclamar en la pasada Sesión "Madre de la Iglesia". Ella, que nos ha prodigado su amorosa asistencia desde el principio del Concilio, no dejará ciertamente de continuarla hasta la fase final de los trabajos.
Cinco meses después, el 15 de septiembre de 1965, publicaba Pablo VI su cuarta encíclica, la segunda dedicada a la Virgen María, titulada Christi Matri. Al igual que la anterior, se trataba de un escrito breve, de tono exhortativo, cuya finalidad principal era llamar a los fieles a intensificar la oración dirigida a la Virgen María, ahora, durante el mes de octubre. El motivo de esta nueva llamada a la oración es la situación de creciente tensión que amenaza la paz internacional. El Papa ahora invoca a María con el título “Madre de la Iglesia” y deja luminosas pinceladas sobre su significado y su fundamentación en la tradición de la Iglesia:
Estando acostumbrada la Iglesia a acudir a su Madre María, eficacísima intercesora, hacia ella dirigimos con razón nuestra mente y la vuestra, venerables hermanos, y la de todos los fieles; pues ella, como dice San Ireneo, «ha sido constituida causa de la salvación para todo el género humano». Nada Nos parece más oportuno y excelente que el que se eleven las voces suplicantes de toda la familia cristiana a la Madre de Dios, que es invocada como «Reina de la paz», a fin de que en tantas y tan grandes adversidades y angustias nos comunique con abundancia los dones de su maternal bondad. Hemos de dirigirle instantes y asiduas preces a la que, confirmando un punto principal de la doctrina legada por nuestros mayores, hemos proclamado, con aplauso de los Padres y del orbe católico, durante el Concilio Ecuménico Vaticano Segundo, Madre de la Iglesia, esto es, madre espiritual de ella. La Madre del Salvador, como enseña San Agustín, es «claramente madre de sus miembros»; con el que coincide San Anselmo, el cual entre otras cosas escribe estas palabras: «¿Puede considerarse algo más digno, que el que seas tú madre de los que Cristo se ha dignado ser padre y hermano?»; más aún, a ella la llama nuestro predecesor León XIII, «verdaderamente madre de la Iglesia». No ponemos en vano, pues, en ella la esperanza, conmovidos por esta temible perturbación (CM 5).